martes, 27 de enero de 2015

La saya femenina en los ss XII y XIII

La saya se vestía siempre sobre la camisa interior y solía llevar encima un segundo vestido o manto (sólo las mujeres de modesta condición llevaban un solo vestido). Esta prenda puede presentarse de muchas maneras diferentes, sobretodo según la geografía, la profesión y el estatus.

La saya más sencilla tenía exactamente el mismo corte que la saya masculina, aunque más larga.Una de ellas sería con las mangas plisadas, cuello amigaut y hechura holgada, ceñida con un cinturón.


Una variante de la saya holgada para mujer podía ser la forma de las mangas. El gusto por las mangas anchas alcanzó su auge en el siglo XII, se acampanaban desde el codo o desde el antebrazo, dejando ver la camisa interior.


La evolución de la moda durante el siglo XIII dio lugar a un tipo de saya ajustada mediante aberturas encordadas, laterales o traseras. Aunque intentó prohibirse, tuvo gran aceptación tanto en hombres como en mujeres ya que buscaba realzar la esbeltez de la cintura. En los trajes femeninos, los bordes de la abertura lateral quedaban a veces muy separados, dejando ver una buena parte de la camisa.
Una de las prendas más originales de la moda española del siglo XIII fueron las sayas ajustadas sin mangas, que permitían mostrar los ricos bordados de la camisa, o con mangas "cosedizas", que se unían al cuerpo destacando la pegadura con una guarnición.


El mismo tipo de saya ajustada pero con dos mangas largas y estrechas, colgadas de los hombros, era usado por las juglaresas.
La moda de las mangas perdidas (anudadas, colgantes o tubulares) era de origen oriental; se inició en el S.XII y continuó en el S.XIII, cuando el arranque de las mangas se elevó hasta los hombros quedando como simples adornos de tela. Se pueden vestir anudadas, colgantes o enrolladas en torno al brazo hasta el codo, dejando colgar la bocamanga. Que las juglaresas y las bailarinas las pusieran en sus túnicas es debido a que las mangas se prestaban para el juego de los brazos en ciertas danzas, por lo que no sería representativa de clases altas o muy humildes.


Otro tipo de saya con las mangas colgantes corresponde a un tipo social trabajador. Era un traje corto que dejaba asomar dos palmos de la camisa; sus mangas tubulares se anudaban sobre los hombros para poder manipular con mayor comodidad.

domingo, 25 de enero de 2015

"Mr. Turner" y Jacqueline Durran


La diseñadora británica responsable del vestuario de "Ana Karenina" vuelve a la alfombra roja por su trabajo en "Mr Turner". Alabada por la crítica por su ambiente visual, la película, ha sido “vestida” con igual elegancia y sutileza. Jacqueline Durran creó una imagen vestimentaria contenida, con la justa distribución cromática, de texturas, que logra que la narración no se vea afectada por ninguna estridencia.


La monocromía propia de la indumentaria de los hombres de mediados del siglo XIX, ya inmerso en la “gran renuncia” es compensada con el discreto colorido de los conjuntos femeninos. Y no obstante la presencia del “uniforme gris” entre los académicos de pintura, la diseñadora logra, dentro de la unidad, brindar la variedad necesaria de acuerdo al carácter de cada personaje. La variedad de alturas y formas de las chisteras, del tipo de chaleco o color y colocación de las chalinas, ofrece un lienzo que, conjuntamente con los fondos y la perfecta fotografía, hacen de cada fotograma un especial lienzo de este artista.

"Into the woods" y Colleen Atwood


La diseñadora responsable del vestuario de "Eduardo Manostijeras", "Sweeney Todd" o "Chicago", entre otras, ha sido nominada nuevamente a los Oscar por la película "Into the woods".


Atwood nos brinda una lección de maestría en el trabajo creativo para evocar ambientes fantásticos. El trabajo de texturas, el control del color y, sobre todo, el sentido de unidad compositiva en cada aspecto de la imagen de esos personajes ubicados entre lo humano y lo irreal, es algo de que la diseñadora sabe hacer a la perfección.


Algunas atmósferas de vestimenta nos recuerda al trabajo que realizara con Burton para “Sleepy Hollow” (1999). Pero otras, son creaciones que evidencian el punto de partida de fusionar los personajes con el bosque, con los árboles..., algo que solamente se logra con un detallado artesanal que comienza con el diseño y se materializa con la cuidada selección de los materiales, la construcción artesanal de las prendas y una elaboradísima ambientación. En ello, sin duda, Colleen Atwood es una experta.




martes, 20 de enero de 2015

Tocados masculinos s.XIII

Se hacían de lana, tejiéndola, luego se abatanaba la tela (fieltro), se teñía y por último se daba forma con un molde prensándola. En algunas representaciones pictóricas podemos ver el rabito que queda en la parte superior tras tejerse. Los bonetes de lujos se recubrían con tela de seda o con terciopelo. Quedaba bien encajado en la cabeza y de llevar cordeles de sujeción estos eran cortos, lo suficiente para atarlos bajo la barbilla.
A finales del siglo XV aparece el gremio de los boneteros.

Cofia;
es el tocado más común para todos los hombres en todas las clases sociales. Era de tela, normalmente blanca y lisa, bajo el cual se recogían el pelo antes de ponerse el almófar. Los hallazgos hechos en Las Huelgas, revelan que también podía haber cofias forradas de pergamino o de lana o de seda bordada.


Cappiello; 
es de origen militar, inspirado en los yelmos cilíndricos y en las cofias de armar de principios del siglo XIII. Tenía forma cilíndrica y podía estar ricamente adornado, con pedrerías, corales u otros materiales preciosos. Junto a estas líneas vemos el de Fernando de la Cerda (1255-1275), conservado en el Museo de Las Huelgas de Burgos; tiene un armazón de lienzo y madera, seda, hilos metálicos, aljófares, corales y vidrios.

Bonete;
era de base redonda con la copa troncocónica (influencia italiana), cuadrangular o redondeada, alta o baja. Con el tiempo llegó a incorporar una pequeña vuelta más o menos ancha y, cuando el tocado estaba forrado por dentro, se veía la tela. A su vez podía tener algún corte, los cuales permitían llevar la vuelta hacia arriba sin hacer ningún frunce a la copa.
Lucido por la clase alta y los criados de éstos, siendo de adorno llegó un momento que se lucía por cualquier motivo, tanto en casa como en la calle. Se llevó directamente sobre el pelo o sobre la cofia. También formó conjunto con otros tocados como el sombrero o el turbante.
El bonete con aspecto de boina y sin vuelta quedó para uso de clérigos y físicos.

Capirote;
tocado en forma de capuchón, muy práctico como prenda de abrigo. Podían estar abiertos por delante y abotonados o completamente cerrados; la punta quedaba tiesa hacia arriba o doblada hacia abajo. Ello fue el punto de partida para las sucesivas transformaciones que sufrió este tocado a lo largo de los siglos XIV y XV.

Sombrero; 
lo llevaban caminantes, peregrinos, viajeros, albañiles, labradores y segadores para protegerse del sol. Se hallaban confeccionados en palma, paja, lana o fieltro, de copa semiesférica no muy pronunciada y dotadas de alas de mayor o menor amplitud.